domingo, 18 de octubre de 2009

Eran las doce del medio día de un caluroso mes de julio. Llegó hasta el muelle en un autobús de las líneas urbanas. Tras las obligadas formalidades al llegar a bordo pasó al interior del barco. La tripulación, unos sesenta y cinco hombres, entre ellos Manso y Alba, compañeros de camarote. En los rostros de los pasajeros podía verse el terror.

Mientras observaba las miradas desesperanzadas de algunos de los viajeros pensaba que aún había gente que tenía las travesías como un peligro. Él era la primera vez que lo hacía y nada temía, es más, llegó animado. En unas de las cubiertas estaban reunidos los que habían llegado antes que él.

Comenzó el viaje y fue conociendo el régimen de a bordo: siesta y silencio de 13:30 a 16.00 h.. Paseo sobre cubierta hasta las 18:00. Cena a las 19:00 h., silencio a las 22:00 h., pero antes formaban para el recuento. Listas y formaciones era lo único que podía molestarle de aquel absurdo régimen por lo estúpido y vejatorio. Su primer día concluyó apaciblemente, aunque con cierta intranquilidad, en su camarote número dos con la compañía de Alba el buenazo y Manso. Con el transcurso de los días fue conociendo al resto de los pasajeros. Sabía que todos propenderían al desaliento así que tomó desde el primer momento la resolución de mantenerlos en un sano optimismo. El objetivo inmediato era cuidar de su fortaleza. Examinó detenidamente a los tripulantes sin borrar de su rostro esa mirada hermética que le hacía parecer inaccesible y reservado. El Chirri llamó su atención desde el primer momento. Mozo fornido, de cuello robusto y anchos hombros, tatuado en brazos y pecho, de cara achatada pero ni mucho menos repulsiva. Hombre de un dinamismo extraordinario e incapaz de permanecer ocioso; cuando hubo poco trabajo a bordo cultivó un jardín que regaba y cuidaba con gran esmero y delicadeza.

Los días pasaban y con ellos llegaban noticias del exterior del barco que llenaban de falsas esperanzas su viaje y su corazón. Esperanzas de liberación en una gran nave cuya alta proa se enfilaba constantemente hacia oriente, punto cardinal de los amaneceres y las ilusiones, pero que no obstante llevaba un rumbo ignorado pues no seguía su ruta brújula conocida ni la rosa de los vientos. Este rumbo ignoto y su liberación serían su destino y el de sus compañeros y con él llegaría el término de su viaje. Entre tanto, la esperanza y el desaliento corrían parejos en el vislumbrar de su meta incierta. El barco seguía llenándose de nuevos pasajeros y con ellos nuevas preguntas sin respuesta, ¿qué puertos ocultos tomaba el barco para cogerlos?, ¿eran náufragos que recogían de una tempestad?


Llegó el día en el que se celebraba el santo de su queridísima esposa Anita. Fecha que aquel año había puesto entre los dos el inesperado valladar de los muros de una cárcel, que a su fantasía se antojaban barco navegante, como a Don Quijote se le antojaban castillos señoriales las ventas manchegas o enormes gigantes los molinos de viento. Con unas florecillas que crecían en la cubierta de popa y una flor, más hermosa que las otras, regada con sudor de presidiario, hizo un sencillo ramo que regaló a su esposa. Recibió un obsequio estimabilísimo de un buen amigo – bueno por inteligente, como son los buenos de verdad -, que envió como regalo a sus hijos Alberto, Manuel y Lola, que tanto ansiaban el final de un viaje que aún no lograban entender por lo injusto e inesperado.


Aquel 26 de julio fue un clarísimo y luminoso día. Mientras pensaba en su esposa e hijos se preguntaba cómo era posible que bajo aquel cielo de Castilla, azul y brillante como la cara de dios, cometieran los hombres, aguzados por bajos instintos y pasiones mezquinas, las enormidades que estaban ocurriendo. ¿Qué calor pueden dar los sables, bayonetas y espuelas? Nuevos pasajeros, que iban llenando cada vez con más rapidez los camarotes del barco, conmovían a todos los allí presentes con relatos de horrendos asesinatos que indicaban la ruindad de las almas humanas. Él, absorto en las imágenes descritas por aquellos que se unían al viaje, cada vez menos lleno de esperanzas y con un rumbo más claro y aterrador, alzaba los ojos preguntándose por qué no inspiraría ese cielo, tan puro y hermoso, ideales de mayor amplitud a los hombres.

Ya no había nada que hacer a bordo de aquel barco. Nada que hacer sino pensar, leer, soñar; vivir solamente para uno. ¿Qué más podía desear? Mientras en el mundo engañador, odios, combates, sangre; allí paz, hermandad y una franca alegría juvenil nada fingida.

El viaje tuvo su fin a los pocos días en un puerto salmantino. Irrumpieron en su camarote tres de los cuatro hombres que días atrás le habían embarcado, despojándole de su libertad, en aquella nave. Si más explicaciones le subieron a uno de los botes amarrado a estribor. Manso y Alba, con sabido horror de lo que le ocurriría, le despidieron con una mirada desde cubierta, mirada desesperanzada ya que su final, como el de muchos pasajeros, sería el mismo.

Una vez en puerto, subió a un coche conducido por un hombre que le dirigió una mirada de compasión que atravesó su alma. Una mirada que le resultó extrañamente familiar. Una mirada propia de aquellos hombres que en aquella época habían llenado de cobardía y traición sus ideales. Recordó a su buen amigo Miguel y ese fue el último pensamiento para con él que más tarde se tornó en melancolía de pasillos de Universidad.

El silencio les acompañó durante todo el viaje.

Una carretera. Le bajaron del coche y le pidieron que caminara. El conductor le retiró la mirada y agachó la cabeza. El sol se ocultaba tras los inmensos campos de Castilla; anduvo hacia él sin dar la cara a sus acompañantes y mostrando el rostro, con valentía, hacia la injusticia y la inmoralidad del que despoja a un alma de su cuerpo, mientras recordaba los versos de aquel poeta, el que fuera su compañero y confidente. Adiós, Salamana, mi Salamanca.


El eco de su sangre permaneció en España durante largos años.


a Casto Prieto

LIBROS LIBRES

Hay libros que te llegan muy dentro, otros que apenas te rozan y libros que te enternecen, te hacen vivir otras épocas, te despiertan sonrisas, lágrimas, reencores, recuerdos. Los libros, por ser libros, son buenos; igual que la personas, por personas, son libres. Pero los hay que te llaman varias veces y varias veces los abres y los deboras, varias veces los descubres; igual que las personas. Y hay gente y hay libros y hay caminos y carreteras y senderos. Algunos son pequeñitos, como las personas, y nos descubren grandes verdades y también, grandes mentiras. Y los hay sencillos y complejos, de tapa dura y blanda, con guardas para ser respetadas y con espacios para dedicar y recordar; como las personas. Y son los libros los que no cambian y los lectores los que interpretan y deciden si cerrar o abrir, si luchar o desistir. Y son los libros los que nos llevan y nos traen a lugares diferentes y nos muestran, a su antojo, realidades y personas. Es el viajero el que los pasea y los disfruta en cada idioma o cultura, y es él el que los transforma y los cambia a su antojo. Y los libros que leemos se agarran tan dentro que algunos, como las personas, son difícles de olvidar. Hay libros de aventuras, libros de poesía, libros de libros y libros y personas. Porque antes de empezarlos, el lector los huele, los observa, les pregunta, los desea y cuando comienza la aventura se vuelca en ellos, se evade entre sus líneas y sus páginas y así, hasta que las palabras se terminan; como las personas. Y nos turban y nos enloquecen y nos dan traspiés de fantasía y realidad, los libros y las personas. Y hay personajes en los libros y libros con personajes y personas con libros y libres de hacerlos suyos.

ASÍ COMIENZA TODO


No recuerdo el momento exacto en el que me enamoré de la primera palabra, del primer libro, de los primeros versos. Tal vez sea porque fue hace ya bastante, tanto como años tengo. Probablemente vinieran, esas palabras cautivadoras, de boca de mi madre, de mi abuela, de una canción...

Y qué bellas son las palabras y qué bello es conocerlas, acariciarlas, pronunciarlas, besarlas, escupirlas, gritarlas, susurrarlas, rozarlas, descubrirlas, ordenarlas y desordenarlas, crear nuevas y recuperar las más antiguas, decidirse a pronunciarlas y equivocarse con algunas, acertar de lleno con otras, temblar al escucharlas y reír con ellas, llorar, malinterpretarlas porque Todo está en la palabra, una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció...

Finales de septiembre de 2009. Las palabras me han traido hasta aquí y tengo miedo de defraudarlas. Espero, en este humilde blog (buen palabro), llegar a compartirlas con todo aquel que las ame tanto como yo lo hago y no es tanto conocerlas si no saber de dónde vienen y hacia dónde caminan las palabras sólo así se crean nuevas; en eso se parecen a las personas.

a JV y MS

UNA ABSURDEZ

Pues sí, qué quiere que le diga. Diga usted lo que quiera. Vale, entonces me atreveré a ponerle nombre a ese extraño sombrero que lleva sobre su gran cabeza. Extraño?, tan extraño no será cuando posa sobre mi y no sobre usted. digo yo. Si usted lo dice, lo raro no es que nieve en pleno mes de junio. Ah, ¿cómo? estamos en junio y yo sin preparar mis vacaciones y con el sombrero aun sobre mi cabeza. Ve?, es extraño, eso sí, usted acaba de decirlo, me da la razón, y adónde pensaba ir? Pues quién sabe, allá dónde no haga ni demasiado calor ni demasiado frío. Al Ecuador?, dicen que es un país fascinante y supongo que ni norte ni sur, sino centro, el clima será moderado. Pues es una buena opción. No, buena no, es extravagante por su parte decidir así el lugar al que irá en su tiempo libre. Ya estamos otra vez; extraño no: extra- vagante, por eso iré a dónde me lleven mis rarezas, le parece? Bueno, bueno, no se ponga usted así, me presento: Flores, señor Flores. Extraño, señor Flores, yo también me pre-sentaré y así estamos más cómodos, pero antes me quitaré el sombrero ya que estamos en el mes de junio y parece que ha dejado de nevar.

PA- LABRAS


Hablando de las palabras, a las que se referiere Neruda con pasión, con amor, con respeto, con cercanía, con más palabras. Hablando de las palabras que escondemos y las que decimos, las que aprendemos y con las que herimos y amamos, las que pesan, a veces tanto, y las que nos hacen cosquillas en el corazón y en la mente. Mis palabras, tus palabras, las palabras, las que pronuncia un niño por primera vez y las que calla. Son hermosas las palabras.

Aprendemos a hablar y a soñar al mismo tiempo y buscamos significado a nuestra quimera con palabras inventadas las menos y vulgares en su mayoría. Enloquezco con palabras como ñiquiñaque, pizpireta, algarabía, trapatiesta y con otras me enamoro: magia, abrazo, beso, carantoña, risa..., las sencillas, las que un niño aprende primero.

Hablando de las palabras y de las personas, las que nos aman y protegen, las que nos animan con pequeños gestos que nos hacen ver que somos importantes. Las palabras de las personas que nos quieren, de mis padres, mis abuelos, mis amigos, mis amigas, mis vecinos, mis alumnos, mis hermanos, mis sobrinos, mis compañeros, mis primos..., sus palabras, bien y mal dichas pero dichas, guardadas en mi recuerdo, todas importantes.

Hablando de las palabras se me va el tiempo y vuelo y salto y me alboroto, las amo, las deseo, las utilizo a mi manera, les doy la vuelta, creo nuevas palabras y las palabras crean nuevas elenas. Y luego las escondo y resurgen y susurran y me besan, las palabras.

Tus palabras, pocas, lacónicas, concisas, pausadas, suaves pero sonoras, a veces hirientes por reales y otras disfrazadas. Tus palabras, las que me enamoraron, las que guardo por válidas y las que adoro.

Mis palabras..., debería ver la tele como el resto del mundo y olvidarme de las palabras

NADA

¿Cuántas veces habéis dicho esta frase?: no tengo tiempo para nada. Dura, ¿verdad?, especialmente cuando te lo dicen a ti (a quién no le ha pasado que levante la mano), una madre o àdre a su hijo, como disculpa a tu jefa/e, a tus colegas, a tu chico/a...

A ver, no tengo tiempo para NADA (según la RAE):

1. No ser, o carencia absoluta de todo ser. PUES MENUDO LÍO, NO SER YA ES SER ALGO, ¿NO? Y CARECER DE ALGO YA ES TODO

2. f. Cosa mínima o de muy escasa entidad. BUENO, MÍNIMA, MÍNIMA...¿¿¿DE ESCASA IDENTIDAD???, SUPONGO QUE LO DE PRIETILLO ME DEJA LA IDENTIDAD ALGO ESCASA, O AL MENOS NO IGUAL DE ENTERA. NO ES LO MISMO SER PRIETO QUE PRIETILLO

3. pron. indef. Ninguna cosa, negación absoluta de las cosas, a distinción de la de las personas. ¿EINNN???? LOS PRONOMBRES INDEFINIDOS SON ESO: INDEFINIDOS.

4. pron. indef. Poco o muy poco en cualquier línea. PUES ESO. ESTÉS EN LA LÍNEA QUE ESTÉS

5. adv. neg. De ninguna manera, de ningún modo. ESTA ME GUSTA MÁS. NEGACIÓN, ASÍ, CON ADVERBIO INCLUÍDO: NINGÚN, NINGUNA.

Pues eso, que el tiempo es oro, hasta ahí llegamos todos (el mío, al menos lo es y se cotiza alto) pero no vale eso de no tenerlo para Nada.







ORDENAR MIS IDEAS

Cuántas veces han dicho está frase?, decenas, centenas..., miles.

Pues yo me lancé a ello. ¿Cómo hacerlo? Ardua tarea cargada de dudas y miedos.

Decidí comenzar por un orden lógico: primero las más simples y a continuación las ideas más complejas, esas que has elaborado concienzudamente a lo largo de los años y están cargadas de hipótesis sin respuesta.

Este primer intento no funcionó: cuando ya tenía las cinco primeras ideas simples agrupadas por nivel de complejidad de menor a mayor, me asaltó una idea que al mismo tiempo se convirtió en una nueva sugerencia en mi tarea logística: la fecha de cada una de ellas era importante en el orden.

Esto me hizo cambiar de línea operativa y comencé a agrupar mis ideas según la fecha de apariencia: primero las más antiguas y a continuación las últimas que me habían iluminado, entre ellas la idea que me mantenía ocupada. Descubrí que ya de muy niña tenía ideas y que estas estaban repletas de fantasía y magia. Por otro lado las ideas elaboradas con menor edad eran las más viejas... Hummmm, en ese momento otra idea se hizo aún más fuerte y mi ensimismamiento me llevó a seguir en mi orden una única categoría: los colores.

Sin saber muy bien el porqué, me lancé a ello.

Increíble, las había verdes, rojas, amarillas, azules, de diferentes intensidades e incluso texturas..., colores que nunca había imaginado, del blanco más puro a la mezcla más estimulante. Algunas ideas, se pueden imaginar, me hicieron sonreir y recordar..., dejémoslo ahí. Llegaron las amarillas y las rojas, tan dispares y alocadas. Ideas de bombero arruinado, como decía mi madre, esas eran de un color anaranjado. Las azules: relajantes, de lo más espirituales, desde el azul cerúleo al casi púrpura. Otras fueron difíciles de ordenar ya que los colores se me antojaban según pasaban las horas de formas y tamaños distintos y parecían cambiar de tonalidad a su antojo, como si se estuvieran haciendo dueñas de mi idea de ordenar y agrupar. Así es que las ideas más difusas las dejé para el final.

El resultado, tras horas de trabajo, fue decepcionante: mis ideas parecían aburridas y algunas habían perdido la luz.

Como si de un puzzle se tratara alejé las ideas rosas de las marrones y las coloqué cerca de las verdes, volví a intentarlo y nada, todo parecía plano y algunas comenzaron a desaparecer. Rápidamente me atreví a remover todo aquello y mezclé los colores, las fechas, las ideas simples con las complejas y me olvidé de la idea de ordenar ideas ya que no existe un ideal de orden y lo mejor es que surjan a su antojo y cada una se pose donde le plazca.

El caos me pareció relajante y mis ideas se mezclaron con los sueños y horas más tarde con la realidad.

Entoces recordé aquella frase, sí, esa que tantas veces he oído y pocas escuchado: debes sentar la cabeza... Y es que no me hago a la idea, oiga.

Otro día me pongo a ello, me dije.

9 9 9

Volvio a ocurrir. Una de numerología:

Feliz 09 del 09 del 09, en esta fecha tan mágica pienso en:

Nueve Reinas, estupenda película argentina. No recuerdo el nombre del director pero sí todos los trucos y timos que en ella se narran y quién me acompañaba en el cine aquella noche.

Nueve planetas- a día de hoy añadimos y quitamos alguno, como si esa inmensidad tan mágica pudiéramos hacerla a nuestro antojo: hala, tú eres planeta y tú no. Humanos...

Que en 9 meses se forma lo más maravilloso y la más increíble de las magias: la Vida (ahora, que las horas anteriores a esta maravilla son también de lo mejorcito de esta vida)

Las nueve musas griegas que nacieron de Zeus (porque, ¿eran nueve, no?) Espero que hoy me acompañe al menos una.

A los 9 años tuve mi primer novio..., más de uno lo recordaréis

El nueve es, (otra vez a consultar la RAE): adj. ocho más uno. Si es que son de listos..., ahora, ¿por qué ocho más uno y no diez menos uno o casi diez o casi ocho? ¿Quién se encarga de la N? (5 segundos más tarde):
Tras consultar en wikipedia (ufffff) os informo de que el sillón de la N lo ocupa, en la actualidad (decadente y limitada en cuanto a cultura) un tal Guillermo Rojo pero que años atrás fue lugar de Luca de Tena hasta, (ironías de la vida): 1999. Venga 9!!! Esto es una señal.

Más nueves:

Pues que si tienes el 99 % de algo no lo tienes todo o tienes casi todo (que no es lo mismo que NADA)

Si miras el 9, mientras haces el pino, te equivocas de número. Para qué demonios darle la vuelta, es más divertido hacer el pino. Decidle esto a un niño y se equivocará siempre pero se reirá y aprenderá a hacer el pino (mire usted que es complicado)

El ordinal del nueve es un chiste fácil.

Decir nueve y nuevo no es lo mismo pero hoy puede ser un buen día para estar un poquito sordo, ¿no?

Y para los hebreos el 9 es el número de la verdad (9x9 = 81; 8 + 1= 9)

Buenas tardes a todos y hasta el 10 del 10 del 2010

Y

Y me lío y te lío y nos líamos con tanto ir y venir hacia ningún sitio. Y luego vuelvo y ya no recuerdo a dónde iba y que si toma esto, compra lo otro, esto no es cool o no te va lo que me va.

Y te veo y me miras y te miro, te imagino, y te escribo y me contestas y me llamas y te vas y vienes y todos los dias igual. Pues qué lío de cañas y que no te apañas y no llego a fin de mes y con tanto derroche entre todos la liamos y vuelta a empezar: que si libros, que si teles, que no libro, que si presentadoras cutres y noticias malas y venga que lo tengo barato que esto de la crisis va para rato.

Olimpiadas y mamadas y que si esto y lo otro. Y dale al impuesto y que qué me he puesto y si te casas y las casas que no paran de bajar y yo aquí arriba tantranquila viéndolas todas llegar y venir y las setas de colores que Paco las tiene a montones.

Y se acaba y no tocaba y la sirena del colegio que no para de sonar: que si padres, que si madres, más alumnos, si la ruta, los controles, descontroles y qué más da. La cultura, el final.

Y que si no sé quién eres, que si venga conquistas y toma revistas y ya no queda nada de nada, monada, para vernos las caras. Y qué nervios, qué me pongo y hasta entonces a soñar.

3.

test. (Del ingl. test).

1. m. Prueba destinada a evaluar conocimientos o aptitudes, en la cual hay que elegir la respuesta correcta entre varias opciones previamente fijadas.


Julius se dedicaba a la alfarería desde que su abuelo Antonius "el cojo" (llamado así por tener una pierna más desarrollada que la otra debido al trabajo que con ésta venía realizando en el torno de su alfarería desde hacía más de diez lustros), le enseñó a amar la profesión siendo aún un niño.

Un buen día, trabajando en su taller, Julius decidió crear el testum más hermoso y colocar en él la flor más bella de su jardín para regalársela a su amada Helena.

Pero ensimismado en sus pensamientos el testum se le antojó testa y en él comenzó a esculpir los ojos, la nariz y la boca de su queridísima amante. Cuando hubo terminado, colocó sobre ella la flor.

Un arqueólogo italiano que la encontró, miles de años más tarde, quedó asombrado de la maravillosa testa y sospechando del origen clásico de su hallazgo consultó a su buen amigo Michel, un francés reconocido por sus estudios sobre cultura romana, que al verla sólo pudo exclamar: tête. Lacónico, sí, pero suficiente.

Luego, llegaron los ingleses y se empeñaron en test y en medir la belleza con variables espurias. Testarudos...

MUSA, QUE NO MUS

A veces es, tan simple, como una sonrisa o una ráfaga de aire que se cuela entre mis manos. Otras, las menos, es producto de una palabra sonora. Casi siempre viene de una o dos personas o de situaciones cotidianas que por serlo, se me hacen absurdas y repetitivas. Últimamente, equivocada, pensé que llegaba de manos del destino. Siempre, ahora lo sé, es fruto de un minuto, de un segundo, de dos o tres piezas que no encajan y, por supuesto, de mi y de los que de mi han sido y me han hecho.

Se aproximan nuevos rumbos, capitán, nuevos vientos y nuevos destinos. Icen las velas y diríjanse rumbo Norte que el Sur lo hemos perdido en la batalla de las ideas absurdas. Calafatead las naves y preparad víveres para los restos, marineros, que la fiesta y el ron va a llenar los corazones de los que en este viaje se han embarcado a tiempo; los otros, los que dejamos en tierra, que esperen nuestra venida como si de una utopía se tratase y nuestras madres nos lloren los días en que no se ponga la luna. Se aproximan nuevas rutas, posibles; las imposibles las ahogamos en la tempestad del silencio. Capitán, bienvenido a bordo, camarada.

El que así lo quiera, puede embarcar en este numen y, con los ojos bien abiertos, escuchar el rugir del océano a través de las palabras.

Yo me piro de cañas.

PORQUERÍA

Para una vez que me paro a pensar que para qué me pararía yo delante de aquel payaso, va y me viene una pereza que aparece y me parece como si todo lo que para mi fuera importante pasara de largo. Luego se cuela algo en mi cabeza como si acabara de cazarme y alcanzarme con acuciada culpa la contumacia de contener mi cosciencia en tu conciencia.

Y me río de la rapidez en que me olvido del recuerdo de robar a tu arrogancia el reloj de la hora en que me escribes.

Y todo lo que tan bien había tomado de tu tozuda tesitura se convierte en tonterías que me turban.

Y nada de lo que también me había venido de las más que menudas miserias que me has merecido, se transforma en amasijos de miles de tan bienes que mi memoria no recuerda.

Y me olvido de los días que me dabas en las más que dadas dudas de la dureza de la idea que tenía de la vida.

Así es que te aplicas el cuento y me cuentas; que para ser tan cuentista ya no hay tiempo y para tiempos los míos que este río ya pasó.

Cada vez que me paro a pensar que para qué me pararía yo..., porquería.

ALUGA-SE

Hablando de energías, las que cada uno desprendemos, me doy cuenta del ritmo que llevamos. Bueno o malo, nuestro ritmo, el que nos imponemos. Si alguien ha oído hablar de chacras (no busquen el significado en la RAE, se decepcionarían y esta absurdez perdería su sentido), reiki (esta acepción ni siquiera aparece) o meditación, sabrá a lo que me refiero. Es una ciencia tan antigua como la naturaleza y tan sabia como ésta. No es más que dedicar un tiempo a nosotros, a nuestra intimidad, a pararnos a pensar en todo eso que no funciona, los porqués, y a explotar lo bueno que desprendemos. Pónganle el nombre que quieran ponerle. Definanla a su antojo. La energía está ahí, siempre ha estado.

Hace un año pasé por dos operaciones, sencillas, puro trámite. Me recuperé tan pronto que mi médico, asombrado, me preguntó qué había hecho para estar tan bien. Sueño, le dije. Y me acordé de Gabo. Porque, señores, me alquilo para soñar, no cobro, sólo es tiempo y paciencia. El que quiera soñar conmigo que se apunte y suba al carro. Hay plazas para todos, porque los sueños (y aquí me acuerdo de otro grande de la literatura), sueños son.

Hablando de energías, las de todos y todo, elijo las que me placen y me desprendo de malos rollos, de prisas, de agobios, de discusiones absurdas, de complicaciones innecesarias y me quedo con lo pequeño, con lo que apenas vemos pero está ahí con tanta fuerza que es capaz de remover los más grandes pensamientos. Me quedo con la gente sencilla e intento aprender de su complejidad, sin disfraces, sin máscaras, tal y como son, sinceros y ellos mismos. Ya es un logro. Tal vez por eso me dedico, cada día, a rodearme de niños y de sonrisas.

Hablando de la energía, que cada uno busque la suya y la reparta y le ponga nombre y color y la regale.

Me alquilo para soñar y para reir, que en tiempos de crisis monetarias y existenciales no es poco.

Al que le apetezca que envíe QUIERO SOÑAR seguido de espacio. Hay premio seguro.

Buenas tardes, sí señor.

HACE UN AÑO

En un año puede suceder mucho, pasar bastante y ocurrir casi de todo. En un año, tantos días, tantos soles y tantas lunas, cambian las ideas y se nos trasforma el corazón. Pueden despertar sueños y emerger emociones. Puden cambiar rumbos y virar vidas. En un año, que pasa, que vive, que muere y que nace, podemos hacernos mayores o pequeños, hacernos ilusiones y entregar hasta los meses y los días a otras vidas y otros mares. En un año podemos viajar por todo un mundo de palabras, por toda una inmensidad de culturas, por todo lo que todos nos propongan y propongamos. En un año podríamos hacer o no, deshacer y rehacer y envolver los hechos en papeles de colores y regalárselos al tiempo. En un año podemos romper con todo o casi todo y unirnos a nada. En un año podemos aburrirnos, enamorarnos, conocer y aprender a aprehender. Basta un año para enloquecer y volar hasta la luna. Podemos leer cientos de libros, releer, escribir, hablar y contar y cantar. Todo y más, en un año. En un año podemos elegir y decidir. Podemos colocar y colocarnos y descolocar lo colocado y alocar a cualquiera. En un año podemos contar que son dos años y descontar los que nos sobran y guardarlos en un cajón. Podemos mudar y jugar y vestirnos de otros y de nosotros mismos disfrazarnos y abrazarnos durante un año. Podemos ser magos y poetas y astronautas y piratas o toreros o ser y ya está y olvidarnos de disfraces y faenas. En un año puede suceder o no lo que en un año ha pasado.

Todo lo que en un año se construye basta un segundo para guardarlo y comenzar, tan solo, a recordarlo.

Vaya pérdida de tiempo.