jueves, 13 de enero de 2011

EGYPT

Decadencia e historia y el tiempo va y se para sin preguntar al viajero ni de dónde viene, sin importarle el lugar sobre el que posará sus próximos deseos y le conduce hasta cinco mil años de enormes atrocidades, llámenlas historia, se me ocurre así. Y así y no de otra manera las formas triangulares se pasan volando por planetas extraños hasta llegar al hoy, tras tantos vientos saharianos y tantas voces y tanto sudor para crear, piedra tras piedra, lo que ahora parece traído del cielo. Y se recorren las aguas del río que dio la vida al Este y vio morir en el Oeste la cultura milenaria peor conservada por el hombre del siglo XX, sí, ese que piensa en el ahora, ese que incinera por puro pragmatismo, ese que resultó del carpe diem, ese que es y no será porque no quiere ser visto y cubre a sus mujeres sobre libros sagrados. Y ese río, cuyo nombre me evoca tantos recuerdos de mi infancia, te embriaga y te contamina de artes y artimañas. Y allí estabas tú, sobre miles de años de historia, fumándote el tiempo, queriéndome tanto. Menos mal que vimos Egipto.

E.P

HISTORIAS DE SEMILLAS

Resulta que todo indicaba que aquel era el día. El día para que volvieran a reunirse, junto a una vela, bajo la luna llena, tras un eclipse, dejando atrás aquella playa lusa, con la ilusión de que los astros se posaran sobre su signo y todo indicaba que aquella era la noche. Y así lo hicieron, derramaron cera e incienso sobre la mesa roja de Ikea y tres eran tres las semillas de judías que apretaron sobre sus manos mientras pensaban en todo lo bueno que el año les había regalado. Y fue mucho, fue. Y con algodones empapados en agua corriente las envolvieron y desearon que volviera a repetirse con aquella luna y aquella luz de luna llena y llenas de grandes deseos las dejaron germinar. Y fue en una noche, un mes más tarde, noche buena para la tierra, en la que se vio la luz asomar por primera vez en los ojos del pequeño que germinó, como aquellas judías negras, para enfrentarse a tantas noches buenas de luna llena y eclipses fatales y con los astros en su signos comenzaron a vivir, de nuevo, bajo la cera y el incienso sobre la mesa de Ikea. Bienvenidos

E.P