martes, 27 de octubre de 2009

A MI TAPICERO PREDILECTO

Querido tapicero:

Este año no quiero que me tapice las sillas. Tengo un sillón viejo, de mi abuela, que me gustaría llenarlo de flores verdes. He pensado que sería una buena idea. Sí. Y se me ha ocurrido a mi solita, lista que es una.

Por eso, cada vez que vea usted una flor, guárdela y riéguela, que tiene que dejarme el sillón como un jardín.

Le aclaro que me gustan las fores blancas, con hojas verdes. Sin espinas si son rosas, por favor. No quiero sentarme y llenarme de pinchos y quejidos.

No sé si estará usted de acuerdo. Espero que el presupuesto no pase de la cifra de la que hablamos el año pasado, cuando me tapizó las sillas de mi tía con versos de Vallejo. Aún las tengo, alrededor de la mesa de comedor, repletas de heraldos negros.

A la espera de sus noticias me sentaré en el suelo.

Atentamente,

una imbécil soñadora



p.s. envío esta carta como el que envía un suspiro ya que cambia usted de dirección a menudo.

SOL SAL

Portada del periódico nacional de mayor tirada: hoy ha salido el sol, como cada día.


Y es que deberíamos dedicarnos a observar este fenómeno más amenudo.

Este verano, dado que gozo del privilegio bien merecido (no voy a entrar en discusión) de tener dos meses de vacaciones, he dedicado, desde distintos lugares del pequeño planeta tierra, un tiempo casi diario a ver atardecer. El sol no se oculta igual desde Brasil que desde Formentera o Cáceres y Portugal. Y en cada uno de estos sitios, a su vez, es diferente verlo solo, acompañado, acompañado y solo o solo y acompañado. Del mismo modo, el sol es otro sol si se mira con tristeza o alegría, en silencio o en la más profunda de las conversación, desde la proa de un barco o desde un acantilado. Siempre cambia, siempre es distinto y es que, como cada día, el sol se marcha con un millón de nostalgias y un centenar de sueños e ilusiones por volver a despertar.

Buscar el rayo verde..., aún no lo he encontrado.

Dediquémonos a decirle adios, que los holas implican romper un descanso repleto de memoria.

Este es un adios distinto.


E.P