jueves, 18 de octubre de 2012

PALABRAS POR RECUERDOS

Hoy, sin venir a cuento, una palabra me asalta y me remueve, se me escurre y me saca de mi anonadado y absurdo pensamiento de las 21:30, momento en el que el telediario empieza a aburrir y dejamos a la imaginación que haga de las suyas. Las palabras a veces son así, vienen de repente y traen recuerdos, personas, olores. Te la cambio. ¿Qué? La palabra, te la cambio. Por un recuerdo, vale, menos no te doy. Te la cambio por un recuerdo y si no recuerdo mal voy a cambiar de palabra. No me cuentes cuentos que ni las palabras se cambian ni los recuerdos se venden...

Pues eso, sin mediar palabra el recuerdo se me aparece y me trae la imagen de aquella habitación, hoy perdida, amplia, con su gran chimenea y su suelo oscuro y su techo alto. Y retumba en las paredes la palabra y en mi cabeza suena casi como un susurro. Su voz. Su palabra. Así, sin frase, sin preámbulos, sin nada más, la palabra es barruntar. Y me huele a sierra y a tomillo y a sopa de tomate.

 barruntar.

(Quizá del lat. promptāre, descubrir).


1. tr. Prever, conjeturar o presentir por alguna señal o indicio.

lunes, 16 de abril de 2012

MAÑANA

He tenido que buscar el significado de esa palabra en el diccionario para seguir leyendo aquella entrevista tan inquietante que había retenido en mi Ipad el domingo para releerla con tranquilidad, para saborearla. Apenas unas páginas y unas buenas preguntas, de esas que radiografían, son necesarias para conocer a un tipo que hasta entonces era invisible y que resulta tiene que aportarte más de lo que imaginas para continuar el día soñando, viviendo casi con lo necesario, apreciando la importancia de una sonrisa y de dar los buenos días aunque sea en mitad de una multitud de funcionarios atareados por llegar a tiempo al último bizcocho de la bandeja del desayuno. Y así, con ello aprehendido, me he recorrido Madrid de una esquina a otra buscando con quién compartirlo. Son ese tipo de cosas que uno hace habitualmente los lunes... He llegado a casa, ya tarde, y he vuelto a leerlo, para terminar el día igual que lo he empezado, y he vuelto a buscar esa palabra para no olvidarla, para que se me aparezca, entre las sombras, cuando la noche llegue. Y he vuelto a marcar esa página en mi Ipad para recordar que debo volver a leerlo, mañana.

jueves, 12 de abril de 2012

DON RAMÓN

Esta mañana estaba más cansada de lo habitual y, al escuchar en la radio esa canción de los Ramones, me he venido arriba. Había pan para tostar, la aceitera estaba llena y pude meter el exprimidor en el lavavajillas listo para comenzar con el programa de lavado. El agua de la ducha salió caliente enseguida y tenía clarísimo lo que me iba a poner. La mañana iba de perlas por lo que evité sintonizar todo aquello relacionado con el euro. 

Al salir a la calle me crucé con un tipo extraño que me recordó a ese profesor de física y química que no prenunciaba la r y siempre mantenía el mismo tono de voz, le observé junto al semáforo en rojo, permanecía de espaldas a mí, ajeno a mi radiografía, dudando si cruzar o no, en uno de esos eternos pasos de peatones, en los que nadie quiere quedarse a medio camino por miedo a ser arrollado por algún loco mientras espera, de nuevo, a que se oiga el silbido del pajarito. Sus zapatos, más bien zapatillas de esas de suela de goma que respira, bailaban entre la acera y la primera franja blanca del paso, en un ridículo ahorasí ahorano. Recordaba sus lecciones horribles de formulación y la interminable tabla periódica con los gases nobles y me venía una y otra vez su magistral monotonía y aquella bata blanca con un manchurrón de café a la altura de cuello y lo imaginaba pidiendo café con chuggos pog favog. Su pie izquierdo se decidió a seguir al derecho con ambidiestra maestría y yo también avancé, como imantada por sus pasos, hasta el borde de la acera, y observé su enorme trasero balanceándose hacia la isleta central que dividía ambos sentidos en pleno Doctor Esquerdo, con su denso tráfico, en hora punta, esquivando primero una moto y, más tarde, un taxi. 

Creo que me alegré de su victoriosa llegada al otro lado, a pesar del bocinazo del autobús. Nunca sabré si era o no quien yo imaginé pero sí sé que escuchar a los Ramones a las 7 de la mañana hace este tipo de cosas.

miércoles, 7 de marzo de 2012

CARTAGENA DE INDIAS

Y es llegar a Cartagena y se te llena el alma de palabras bonitas y de personajes de esos tuyos, Gabo. ¡Cómo me gustas!, y cómo me gustó pasearte allí, de un lugar a otro, entre colores y naranjos, como en aquella plaza, aquella en la que nos dieron las doce sin apenas darnos cuenta. Y tus sabores y tu olor a mar. A Caribe, al cerúleo Caribe. Olor a sancocho y arepa de huevo, para almorzar. Eso es decadencia y renacer, todo juntito, como el buen arte, que sabe a vetusto y huele a fresco; como tú, ciudad hermosa. Y me siento en aquel lugar, viejo convento en el que un daikiri emborracha la historia de las muchas que allí se vivieron. Y te leo, después, en casa, y los personajes se me aparecen en tus libros como las personas desaparecen de la vida, a veces, cuando se van: dejando el fuerte recuerdo de las palabras y los hechos. Y creo que volvería hasta allí sólo para volver a pasar las hojas mientras el sol me quema y alguien me espera en Getsemaní, sólo para volver a ver, desde tu muralla, ponerse el Sol como la vida, ponerse y volverse la Luna loca.
Volvería, volveremos.

miércoles, 22 de febrero de 2012

DE PRIMAVERAS

Menudos tiempos los que corren. A veces echo la vista atrás: con lo bien que vivíamos hace dos añitos, ignorantes de todo esto, sin necesidad de tener que aprender qué demonios es prevaricar o en qué consiste todo esto de la banca mundial, que si la prima de riesgo..., vaya, que ya tenía yo bastante con descifrar el recibo de la luz y la letra pequeña de mi hipoteca basura... Bueno, el caso es que un buen día, tras la resaca del mundial empezamos a sentirnos tocados con eso de que nos bajaran el sueldo y con eso de que nos echaran del curro o con eso otro de que a mi nadie me toca lo mío, y fue en ese momento, y no en otro, cuando empezamos a interesarnos por lo que nos han estado restregando media vida en los telediarios: para que haya ricos, lógicamente, debe haber pobres. Y es que nos habíamos acostumbrado demasiado bien a estar del lado de los ricos..., claro, que mientras los menos ricos pasábamos a ser más ricos, los que ya lo eran, ni te cuento a que pasaban y como esto es insostenible y los pobres cruzaban el charco, mal cruzado, y también entraban en la rueda y pasaban a ser menos pobres..., pues se rompe la lógica y: para que siga habiendo ricos, necesitamos crear otros pobres. Pues que nos ha tocado, oiga, que eso de pretender tenerlo todo no vale. Así es este sistema. Con estas justas y necesarias reformas (como Dios manda, claro), vamos a crear más pobres y los pobres, que ya lo fueron, que crucen el charco en un charter (menos mal).

Pues yo prefiero ser de los pobres si esto funciona  así. Y en estos tiempos que corren nos hemos vuelto abogados, empresarios y economistas y banqueros, espero que no nos olvidemos de ser personas