miércoles, 10 de marzo de 2010

BARROQUEANDO ANDO

Cambios,
sin cambiantes picardías que permanecen encendidas en lo alto del brocal.

Y si bien no hubiera pozo, ni lugar al que hondear,
no serían esos ojos los que me llevaran al mar,
ni serían las tantas medias de las tintas que me das,
saltando por estas palabras que me voy a naufragar.

Que repican, que ya suenan las campanas de u lugal en el valle en el que nacen ortiga y alcornocal.                                                                                               E.P






                                          
                                                                      

EL SECRETO DE SUS OJOS

Y terminé de verla y me quedé perpleja, sin poder articular palabra durante unos minutos que fueron eternos. Por mi cabeza pasaron millones de ideas. Y debido al síndrome que me caracteriza, la olvidaré en unos meses pero nunca olvidaré el secreto que cada fotograma esconde en esta joya del cine argentino de producción uruguaya, y no podía ser de otro modo. Y sin ánimo de desvelar ninguno de estos secretos os invito a que disfrutéis, si aun no lo habéis hecho, de esta película y luego hablamos. Que da para muchas palabras y trata, en un guion perfectamente estructurado, de tanto que se me escapan las ideas en las paginas de este rinconcito. Una subtrama que bien podría asemejarse a esa joyita del Gabo y una historia tan humana y cruda como lo es la propia vida y la no menos insignificante muerte.

Ahí va un plano secuencia de no menos que cinco minutos:

AY PENA, PENITA, PENA

"Todos necesitamos que alguien nos mire. Sería posible dividirnos en cuatro categorías, según el tipo de mirada bajo la cual queremos vivir. La primera categoría anhela la mirada de una cantidad infinita de ojos anónimos, o dicho de otro modo, la mirada del público. (...) La segunda categoría la forman los que necesitan para vivir la mirada de muchos ojos conocidos. Estos son los incansables organizadores de cócteles y cenas. Son más felices que las personas de la primera categoría quienes, cuando pierden a su público, tiene la sensación de que en el salón de su vida se ha apagado la luz. A casi todos les sucede esto alguna vez. En cambio, las personas de la segunda categoría siempre consiguen alguna de esas miradas. (...)Luego está la tercera categoría, los que necesitan de la mirada de la persona amada. Su situación es igual de peligrosa que la de los de la primera categoría. Alguna vez se cerrarán los ojos de la persona amada y en el salón se hará la oscuridad. (...)Y hay también una cuarta categoría, la más preciada, la de quienes viven bajo la mirada imaginaria de personas ausentes. Son los soñadores."

Milán Kundera

Conozco a personas de todas las categorías que describe Kundera en este acierto que es La insoportable levedad del ser.

Me llaman la atención la segunda y la primera categoría e identificaría a más de uno en ella. Me creo en la tercera y en la cuarta.

Cada cual que elija desde dónde y hacia dónde quieren que le miren. Que elija, sobretodo, el lugar al que quiere mirar porque allí estará el reflejo de lo que es.

E.P