domingo, 1 de noviembre de 2009

ME ABURRÍ

Llega el momento en que una se cansa. Pues sí, se cansa o se aburre o sanseacabó. Y es que los cambios, vengan de dónde vengan, siempre son buenos o mejores. Se cambia de peinado, de casa, de coche, de ropa, de idea, se vuelve a cambiar. Y es que te cansas o te aburres tantas veces...


Y te cuento que sí, que me aburro pronto de algunas cosas.

Me aburro de la monotonía y de la simpleza de algunas situaciones o personas y lucho por no llegar a aburrirme de mi misma, díficil, a veces.

Me aburre la ciudad pero no puedo vivir sin mi Madrid. Me aburren las tiendas, la televisión, la gentuza, a veces la gente, pero no puedo vivir sin mis amigos y creo que ellos, a veces, me necesitan (aunque otras muchas les aburra). Me aburre hablar de dinero, me aburre hablar a quienes nunca entienden o quieren entender. Me aburren los hombres predecibles y los impredecibles terminan por resultarme aburridamente encantadores. Me aburren las cosas en su sitio y me aburren los sitios que ya hayan sido descubiertos por unos cuantos. Me aburren los anuncios, levantarme a la misma hora cada día, esperar. Me aburre La Sombra del Viento (lógico) y otros tontos, perdón, tantos. Me aburre el fútbol, me aburre la indecisión de los indecisos y la seguridad de los seguros. Me aburre el aburrimiento y el que no piensa más que en no aburrirse.

De lo que jamás me aburriré: de escuchar el mar, de ver reir a un niño, de una buena conversación con buenos amigos y una copita, de leer a gente inteligente, de la música, de pensar, de escribir, de hablar conmigo misma, de volar, de mi Valverde, de los que quiero, de una buena peli y de un libro de verdad.

Y lo dejo, por no aburrir. Y quien se aburra, que no lea, ea.