domingo, 31 de enero de 2010

7.

lenidad.(Del lat. lenĭtas, -ātis).

1. f. Blandura en exigir el cumplimiento de los deberes o en castigar las faltas.


Decidió tomar el primer barco hasta aquella isla a la que su lenidad le había llevado.Cuando despertó de la tormenta se vio en mitad de un mar de ideas sumergidas. Casi no podía respirar y encendió un fuego tan grande que pudo verse desde el infnito y hasta las estrellas.

sábado, 30 de enero de 2010

6.

paralaje.(Del gr. παράλλαξις, cambio, diferencia).

1. f. Astr. Diferencia entre las posiciones aparentes que en la bóveda celeste tiene un astro, según el punto desde donde se supone observado.

Y se levantaba temprano, a su temprana edad, a observar si la Luna se había desplazado dos palmos del horizonte y allí, desde su ventana, le guiñaba un ojo. La Luna le acompañó desde entonces. Ella dormía las noches soñando con el Sol hasta que las estrellas le iluminaron los sueños y decidió ser noctámbula durante el resto de sus días.

viernes, 29 de enero de 2010

5.

cogitabundo, da. (Del lat. cogitabundus).

1. adj. Muy pensativo.


Cada noche, al llegar a casa, revisaba su buzón de correo y permanecía cogitabundo sin saber si su vida era realmente la que en ese pequeño lugar se escondía o la que había vivido durante las horas que había permanecido fuera de su casa.

2.

zoótropo.(De zoo- y el gr. τρόπος, vuelta).


1. m. Aparato que al girar produce la ilusión de que se mueven unas figuras dibujadas, a causa de la persistencia de las imágenes en la retina.


De chico tenía la ilusión de navegar por rumbos diferentes a los que aparecían en sus libros de la escuela. Seguro que los hay y seguro que puedo descubrirlos. Se repetía cada mañana al abrir el cuaderno y contar tres cuadritos a la derecha y otros tantos hacia abajo antes de escribir la fecha.

Ya pasados los años, las fechas se perdieron en los cuadros y las ilusiones se giraron en olvidos y los lugares por descubrir fueron descubiertos por otros que nunca fueron a la escuela.

1

palabra (Del lat. parabŏla).


1. f. Segmento del discurso unificado habitualmente por el acento, el significado y pausas potenciales inicial y final.


En el bosque de las palabras los verbos cuelgan bocabajo de las ramas de los árboles luchando contra la gravedad. Cuando el verbo maduro, viejo, cae del árbol se eleva, flotando, hasta la inmensidad del cielo. Es entonces cuando las nubes lo acogen y desprenden, en forma de versos, las palabras de los poetas que un día nacerán. Mientras tanto, desde la tierra fértil, se amontonan las historias para ser contadas al calor del fuego.

SOMOS UNOS PRIVILEGIADOS, ¿O NO?


Desde hace unos años gozo del privilegio de pronunciar esta frase que ya ha pasado a la historia como la frase que hay que repetir en esos momentos de gloria. Los que me conocen, bien lo saben, y ya ríen al escucharla.

Sentados en cualquier sitio, sin dejar que el tiempo nos afecte, empapados en ese silencio cómodo, agradable y, ahí va: somos unos privilegiados. Charlar, tranquilos, viendo pasar con lentitud la prisa en la que parece estar inmerso el resto del mundo, imaginar que salimos fuera y está el mar en Madrid y, ahí va: somos unos privilegiados. Saber disfrutar de esos momentos pequeños, de amistad, de gloria, de risas y decidir salir de casa a las dos de la mañana, porque sí, porque nos apetece y nos espera el resto del mundo y, ahí va: somos unos privilegiados. Saber dedicarnos tiempo y dedicar tiempo a quien nos quiere, no ser esclavos del trabajo pero disfrutar trabajando cada día, dándolo todo y recibiendo aún más y, ahí va: somos unos privilegiados. Movernos a donde nos apetezca, sin fronteras, sin preparativos, sin maletas y con la ilusión de un iniciado explorador con la mejor compañía y, ahí va: somos unos prvilegiados. Ver en cada atardecer el principio,  nunca el final; y en cada amanecer, el final del día anterior y, ahí va: somos unos privilegiados. Flotar en las aguas turquesas de esa isla y reir a carcajadas viendo la vida pasar, en calma y, ahí va: somos unos privilegiados. Planear la próxima tarde, improvisar el minuto siguiente y, ahí va: somos unos privilegiados

A mis amigos

BUENOS AIRES


E.P

Hablando de ciudades decadentes, Buenos Aires. Buena palabra para tus mil vientos. Y resulta que te vio allí, pequeñito, desde lo alto de un faro y decidió visitarte. Y así, llegó en barco desde Montevideo, dejando atrás a los que supieron volar por el río de la Plata. Se perdió en Santelmo, en sus calles abiertas al arte y al baile. Recorrió la Boca y recitó versos perdidos. Los versos de los que supieron mantener la mirada fija en aquella luz intermitente. Y Buenos Aires acoge, a todos, sin distinción, en el anonimato. Mucho tienes que hablar para que me olvide de lo que hay allí enfrente. Que no es por desmejorar, pero es que llegó con la frente marchita y el corazón renovado. Y voló a Madrid desde Buenos Aires (gracias a ti, capi) y la ropa mojada de añoranzas que sí sucedieron, esta vez sí. Puerto Madero, mi barco volverá. Pero desde el otro lado. Y al llegar a la Plaza de Mayo le dio..., y al gritar allí estaba y no volvió más.

Hablando de ciudades decadentes...

S

S es la ciudad perdida a la que llegan las falsas esperanzas. Cuando pones tus pies en ella, un lodazal te cubre hasta la cintura sin dejarte ver por dónde caminas. Es una ciudad virtual, falsa como lo son las palabras sin sustento, destructivas y repetidas. S tiene varias caras: es por un lado una ciudad decadente y por el otro, un submundo de locuras y frustraciones. Es la tristeza hecha ciudad, una invisibilidad doble y opaca al mismo tiempo. Escapar de S  no es sencillo, normalmente es otro viajero, uno que ya estuvo, el que te indica el camino de regreso, doble y tergiversado. Cuando vuelves a tu nave y observas desde la lejanía del horizonte sin luna a S, descubres la ruindad de su esencia en la que difícilmente podrá llegar a desarrollarse la vida. S se torna cutre y abigarrada. Pasa de ser un sueño a la peor pesadilla y el alivio de sus enrevesados caminos se convierte en sencilla huida cuando te alejas. Sientes decepción y tiembla la vela en la botavara con urgencia por navegar. ¿Realmente estuviste en ese oscuro lugar? Sí, estuve allí, pero gracias a un azul intenso he logrado regresar y poder contarlo. Ahora la recuerdo con el alivio del viajero que despierta de una tempestad y preparo mis maletas hacia la ciudad que me espera en mi próxima andadura, con la mente más sabia y más despejado el corazón; los rencores los dejé en alta mar.

jueves, 28 de enero de 2010

4.

mentira.(De mentir).

1. f. Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa.

2. f. Errata o equivocación material en escritos o impresos. Se usa más tratándose de lo manuscrito.


Las mentiras, cuando somos niños, surgen espontáneas, llenas de imaginación, son mentiras casi sin importancia, de las que no duelen y se olvidan. Nos vamos haciendo mayores y, como en casi todo, se pierde esa magia de la niñez y nuestras mentiras se convierten en actos cargados de sentimentos y daño hacia otros, especialmente hacia uno mismo. Y es que no soporto las mentiras. Las hay de todos las formas y, desde las más ruines hasta las más piadosas, son signo de la mayor estupidez que puede cometer un ser humano; mentir a otros es cobarde y doloroso, especialmente para uno mismo, y definitivamente para el "mentiroso". Pero, aunque a todos nos han mentido o nos hemos sentido engañados (qué dolor, señores), propongo, desde este humilde rinconcito, tirar abajo a los mentirosos, que viva la sinceridad, la espontaneidad pueril, el hablar más de la cuenta sin hacer daño. Que viva la fidelidad de verdad: hacia uno mismo. Y es signo de poca inteligencia, que como bien decía mi abuelo: hay que ser bueno por inteligente, como son los buenos de verdad. Y es signo de una vida frustrada (qué penita, ¿no?), de falta de responsabilidad y de estar en pañales en lo más importante y lo más difícil: en saber vivir con coherencia.

Y con humor y con amor doy mil gracias a aquellas personas que me han mentido alguna vez (no son muchas, suerte he tenido..., que yo sepa: ¡qué viva mi ignorancia!), porque ellas me han enseñado que vivir con la Verdad siempre por delante, es vivir de Verdad.

Feliz día del maestro; vale, también a los mentirosos. Ah, perdón: día de la paz (es que se me han juntado ambas festividades)

martes, 26 de enero de 2010

NO ME CANSO

Y es que no me canso de escribir. Resulta que tiendo a cansarme de mucho y muchos, pero no me canso de escribir. Y si estoy harta de tonterías, que sí lo estoy, nunca me harta escribir.

Y me llegan a cansar las conjunciones copulativas que no sé por qué se me cuelan entre frase y frase y entre palabra y palabra y ya estamos otra vez. Pero, mira tú por donde, no me canso de escribir. Me canso de cansarme y nunca, nunca hasta ahora, me he cansado de escribir. Bueno, miento: no me canso de otras muchas bovariadas que ahora no vienen a cuento pero resulta que siempre encuentro el momento para empezar a escribir y, vaya, que no me canso.

Y si algún día sucede, que lo dudo, será porque he dejado de ser muy yo y he empezado a ser más otra. ¿Peor? Pues yo qué sé, depende de si la que ahora escribe vale o no vale lo que escribe o la que es. Menuda historia y, mientras tanto, no me canso.

Y es que cansarse de lo que llevas tanto tiempo haciendo es tirar mucho por la borda y para bordes los que me cruzo cada día. De esos sí me canso, que todo tiene su límite y ya vale. Pero como no vale la pena pues, entre tonto y tonto, seguiré contando bovariadas a quien quiera leerlas. Ah, de eso no es bueno cansarse.

Y me río. Que la risa y esto que escrbo van de la mano en el viaje. Y si se me acaba el humor y vienen los malos humos, me cansaré de escribir y me entrará mucho frío. Entre tanto, yo me río de esto y de lo otro. Que en este mar de dudas las menos son las que están por venir, de las otras ya ni hablamos. Mejor así, y dale a la tecla que eso es más sano.

Y no me canso.


domingo, 24 de enero de 2010

I´M SICK



Their lives are bigger than any big idea.

Y sí, pasó la navidad y yo sin enterarme.

Y nevó. 

Llega febrero.

Sobran las ideas y faltan vidas.

A ver si, además de tomar las uvas, nos ponemos de acuerdo en lo más importante.

Pero no.

A ver cuando nos cansamos del dolor, nos cansamos de la tristeza, nos cansamos de oir una y otra vez que va a haber paz en la tierra y empezamos a hacer algo, pero juntos; a sonreir, que por algo se empieza.

jueves, 21 de enero de 2010

M

Cuando crees que ya lo has vivido descubres que en M exisite el principio básico de todo viaje: el afán por continuar. Y ese impulso te lleva a cometer una de las mayores locuras de todo explorador: permanecer más tiempo del debido en el mismo lugar y dejarte empapar por la nostalgia de sus caminos enrevesados.

Y este lugar es oscuro y mágico. Y en M sientes ganas de volar y de sumergirte entre sus raíces tocadas por otros ojos y vistas por cientos de manos y brazos que no han sabido cuidar las grandezas de su tierra. Tierra de la que germinan sueños y palabras covertidas en misantropía, en dolores rebeldes, en rencores raídos. Y cuando quieres salir no puedes; M siempre, en la memoria y en el silencio.

Y cierras el cuaderno de bitácora y con él las maniobras realizadas hasta la fecha y con la fecha realizas ejercicios de memoria y descubres que no sabes ni el cómo ni el porqué llegaste hasta allí. Entonces, sólo entoces, regresan el afán por continuar y aprendes a caminar

J

Se llega a J a través de un mar de color uniforme, en calma continua, y se atraviesa con la vista el enrevesado de vías que la conforman. Millones de paralepípedos se suceden en constante calma y dejan reflejar en sus paredes de cristal las miles de personas que, desnudas y sin sexo, sobrevuelan las aceras. El mar se confunde con el cielo. Árboles de colores y frutas exóticas y desconocidas cuelgan de las escasas nubes de color rojizo. Cuando llevas unas horas comprendes que el sol nunca se posiciona en el cénit, originando un continuo ocaso. ¿Amanece en J? No, siempre es pasado el medio día, cuando la tarde amenaza con una noche oscura que nunca llega. Pero el aire es tan escaso que la gravedad desaparece y una vez allí tus pies comienzan a elevarse impidiéndote mantener la cabeza erguida. Tras repetidas cabriolas, como en un juego maldito pero pueril, logras que tus ojos vuelvan a la altura del horizonte y los zapatos se desprendan hasta el vacío sobre el que flota la ciudad. Entonces tus párpados se cierran y ves el interior de los habitantes de J, un interior onírico, sin sangre ni miedo, puro, continúo en el tiempo, no sabría definir el principio de esos cuerpos que se confunden con la ingravidez y se entremezclan y atraviesan sin distinción. Pero puede que pasaran horas, días, meses, incluso años. El tiempo desaparece y la única preocupación es flotar. Te sugiero seas más veraz en tus descripciones, es ilógico que exista un lugar de estas características. Te diré, conciencia, que sólo hay que saber recordarlo. Todos hemos vivido en él durante el principio de nuestros días, cuando el viaje comenzaba y se abrían las mil puertas del destino

domingo, 17 de enero de 2010

QUITERIA

Siempre te recordaremos, todos, siempre. Porque estuviste ahí, con esa sonrisa, con esa paz que transmitía tu rostro sin arrugas y tus manos y todo tu ser. Siempre recordaré tus comidas, aquellas judías en vinagre que nadie más supo cocinar y la sopa de tomate que tanto le gustaba a la abuela. Y cuando veías los partidos de fútbol y gritabas en los penaltis sin saber muy bien el porqué. Y recordaré las tardes en Valverde cuando había tormenta y nos hacías apagar la tele y las luces y te sentabas en una silla de madera y rezabas con las manos entrelazadas y apoyadas en el respaldo. Y yo te miraba y pensaba que se acababa el mundo entre trueno y trueno. Debo decirte que no lo he superado. Y cuando nos llamabas bandido debajo de la escalera al oírnos llegar a casa por la noche, tarde y sigilosos para no desperta a nadie. Y cuando me llevabas al lago, en Madrid, y me comprabas algodón  íbamos al Corte Inglés y yo te susurraba los precios de todo. Y jugábamos a la brisca y al cinquillo apostando las pesetas que tú me dabas antes de cada partida. Y las coplas que cantabas cuando estabas en la cocina y abrías el horno y sacabas una patata caliente y en un golpe la partías por la mitad, le ponías sal y nos la comíamos.

Y siempre recordaré el día en que te fuiste y te sentaste y ya no te pudiste levantar.

(Jichita, continúa esto...)

TOMMY

Debía de ser muy pequeña porque apenas recuerdo cómo apareció o si estuvo allí siempre. Medía unos quince centímetros y me susurraba al oído desde mi hombro derecho. Tuvimos largas conversaciones por los rincones de aquella casa que recuerdo grande y llena de juegos y risas. Todos sabían de su existencia, eso creo, y para mi era evidente que Tommy, este era su nombre, formaba parte de los Prieto.

Un buen día, la familia aumentó por quinta vez y Tommy decidió irse a los USA a estudiar, concretamente a Texas donde vivía su primo, en un rancho con búfalos y caballos (así lo imaginaba yo que por aquellos años tenía cinco primaveras recién cumplidas). La despedida fue triste pero necesaria. A los pocos meses nació mi hermano pequeño y nos mudamos de casa y de sueños.

Hace unos meses, estando en Asturias con unos amigos, recordábamos historias de este tipo y cuando les hablé de Tommy todos reían. No, no estoy loca, era mi amigo invisible y ahora es el primer protagonista de mi ciudad invisible. ¿Algún problema? Más de uno terminó por confesar historias peores (no las publicaré aquí, tranquilos) Y no es que necesitara tener amigos invisibles, en aquella casa era imposible que un niño se sintiera solo entre tanto hermano y tanto animal (perros, pájaros, tortuga, oruga...). Simplemente creo que era esa necesidad que ahora me vuelve de volcar mis sentimientos e imaginaciones en algún lugar solitario. Y es que: ¿qué diferencia puede haber entre un amigo invisible y este blog?

MIS CIUDADES INVISIBLES

Recorriendo Las Ciudades Invisibles me encuentro tan perdida que no sé si realmente etoy en las calles y en las fuentes de cada una de ellas o sigo en mi Madrid.

Buena intervención de Mónica que me hace reflexionar: ¿son estas ciudades la descripción de mujeres que ha habitado Italo Calvino? Añado que no sólo son mujeres, son vivencias, sentimientos, estados de ánimo cambiantes, lugares de encuentro con uno mismo y con otros, son reflexiones y recorridos, son la magia de encuentros y desencuentros, son afirmaciones y sueños, pesadillas, peleas, borracheras, risas, juegos de mano, silencios, son la verdad de un camino baldío, la risa, la primera vez, lágrimas, amores y desamores, palabras. Son uno mismo en un viaje hacia ninguna parte en el que (y aquí recuerdo a R. L Stevenson, Tusitala) lo importante no es llegar, sino ir. Y allá voy yo.

Y con esta teoría me aventuro en mi mundo y en mis ciudades, mis viajes, los lugares que ya he recorrido y los que aún debo recorrer, o no.

Abro una nueva entrada en este pedazo de realidad virtual: mis ciudades invisibes. Esero que os guste y que os sintáis reflejados porque en ellas, en cada viaje, está un pedacito de la gente a la que quiero.

sábado, 16 de enero de 2010

CAUSALIDADES

Se me fue la inspiración por debajo de la puerta. Tantas son las casualidades que vuelvo a no creer en ellas. Las causalidades son menos tramposas y más reales, digo yo. Y es que si hay causa hay efecto y en efecto, la casualidad no tiene origen y es menos real que esto que escribo. Si la causa de que sea así es el azar, me paso la magia por donde ya sabes. No es casual que ya no me pongan lo más mínimo tus albricias y sí causal. Y podría empezar a enumerar pero, qué quieres que te diga, hasta eso me parece una pérdida de tiempo. Y es que los números ya me parecen sinsentidos. Qué más da dos, tres o cuatro. Que hasta eso ha perdido el interés y busco algo más pragmático. Eso sí, que no se pierda la frescura y la improvisación, la locura. Pero no la tuya, que me aburren los sermones sobre epigramistas romanos (a quién no, un rato vale). Y prefiero unos vinitos y si te descuidas me engancho en esos ojos negros. Vaya, ¿no será esta la causa?

A pasarlo bien

MONTEVIDEO



E.P

Se llega hasta allí desde lejos, desde otros vientos y se encuentra lo que se busca. Montevideo, me sabes a Habana, me sabes a Río de Janeiro. Y después de mucho caminar por tus calles me sabes a mi y te conozco como si ya te hubiera vivido. Y te recorro minuto a minuto y te huelo. Y Buenos Aires, allá enfrente, te envidia por ser tan noble, por ser tan tú. Y la gravedad en Montevieo no existe y enseguida comienzo a volar, hasta tu ventana. Y sucede que esta ciudad me gusta y me enamora con la misma intensidad con la que la describo ahora, al otro lado. Y resulta, sin duda, que debes adivinar que volveré.

lunes, 4 de enero de 2010

12 SEGUNDOS


E.P

Motivo: una canción. Inspiración: el lugar más mágico jamás creado. La culpa de esto: tú.

Y es que son doce los segundos que tarda la luz de nuestro faro en dar una vuelta completa. Y son doce los segundos de oscuridad.  Y doce segundos es lo que dura una despedida, y un adios y armar un cigarrillo y doce segundos en escribir esto. Y doce segundos en encontrarnos al otro lado, tan lejos y tan cerca. Tú me lo enseñaste, gracias.

Y atardece y el cielo uruguayo es de un rojo tan intenso..., al este, la luna llena; último día del 2009. Un año lleno de tantas cosas que ya quedaron atrás y de tantas otras que comienzan, ahora.

Y la nostalgia me hace escribir desde Buenos Aires. La nostalgia me hace tener el corazón partido entre Uruguay y mi Madrid.

Veré esa película en cuanto regrese y veré a Drexler en el Solis. Y como decía tu abuelo veré cada año El Padrino y encenderé un fuego los días de lluvia.

Todo por volar.