domingo, 11 de abril de 2010

FINALES


Átame, 1990, película de Pedro Almodóvar y gran final, uno de los mejores. Y es que esos son los finales que te dejan buen sabor, los locos, los que abren puertas y en los que nos encontramos los optimistas. Y resistir a un final es saber dar comienzo a muchos principios, y faltos de ser fuertes, que no lo somos y nuestro orgullo nos pode en duda, están siempre esos momentos de cine, de buena compañía, de todo lo demás. Y podía haber elegido el momento en el que Elsa toma ese avión, o cuando Darín se topa con la realidad de la libertad y de la venganza, o ese en el que Meryl Streep decide coninuar y huir de la felicidad, o tal vez cuando Al Pacino se desmorona tras Cavalleria Rusticana, o ese tan tierno en el que E.T se despide de su gran amigo Elliott, o tantos otros grandes finales; pero no, me quedo con este que, si bien menos impresionante, es muy real y muy final y es de los que a mi me gusta, de carretera y manta.

DALE

Ahora que ha llegado el sol, que no hay mañana sino ahora, que ahora que lo dices estoy cansada de tanta tontería y que no son horas de nada, pero de todo lo demás. Ahora y no antes puedo decir que sí, que vamos, que dale, que nos imaginamos que no estamos y aparecemos ayer y ahora. Que aunque parezca mentira no voy a tirar por allí sino más bien doblo la esquina y me pierdo en perdidos encontronazos y ahora, no antes ni mañana, sólo ahora, con tres palés y cuatro sueños, navego en la dirección que me apetece, como antes, como siempre, como quieras, pero ahora. Sin urgencias, sin calmas falsas; esas para los que no saben volar. Sin plagios, sin nada, sinsentido, sinceramente, ahora. Sí o no.