miércoles, 27 de octubre de 2010

PORQUE ERAS LA MEJOR

Porque eras la mejor, la mejor entre las más buenas y las más tiernas. Porque me secabas con la toalla, suave, al salir del baño y hacías ese ruidito con la boca mientras frotabas mi piel. Porque me comprabas un colín cada vez que íbamos al mercado. Porque siempre llevabas moras y caramelos de café en el bolso. Porque me enseñaste a hacer ganchillo y porque ya se me ha olvidado el tejemaneje que nos traíamos con las agujas. Porque jugábamos a la brisca y me sentabas en tus rodillas al son del aserrín, aserrán. Porque tomábamos las uvas juntas cada nuevo año y nos hinchábamos a pastelitos de nata en los cumpleaños. Porque no te gustaba el tomate y sí la lechuga cortada tan finita y bañada en vinagre. Porque te dio por llevarme a misa todos los santos días. Porque me enseñaste el valor de una poesía y alucinaba escuchándote aquellos versos, Margarita. Porque hacías los mejores postres de abuela y me tenías batiendo las claras horas para que le saliera nieve a las natillas. Porque me llevaste al cine por primera vez. Porque molíamos café portugués con un molinillo rojo haciendo girar una manivela. Porque nunca te recuerdo enfadada. Porque me contaste aquel secreto. Porque siempre dabas aunque no tuvieras. Porque nos hacías jerseys de lana y bufandas. Porque me dejabas rebuscar en todos los cajones. Porque te levantabas por las noches para que fuera al servicio. Porque querías que fuéramos a México. Porque veíamos juntas aquella serie y la señorita Fletcher resolvía misteriosos asesinatos. Porque paseábamos por Sol y me comprabas una bamba de nata en aquella pastelería que olía tan bien. Porque íbamos a bañarnos a la piscina todas las mañanas de verano. Porque me regañabas cuando me ponía algo tan corto... Porque te preocupabas por mí y por mi nariz afilada cuando adelgazaba. Porque me apretabas la mano y siempre la tenía fría. Porque te chiflaba montar en coche y que te llevaran de acá para allá. Porque me regañabas si fumaba. Porque íbamos paseando por la calleja y cogíamos uvas. Porque nos dabas mazorcas de maíz y luego me dolía la tripa. Porque cuidabas tan bien de  tus plantas y te gustaban las margaritas. Porque aquel verano nos la pasamos comiendo judías verdes y filetes a la plancha. Porque te pasabas horas pelando fruta para nosotros despues de comer. Porque nos partías las nueces con una piedra y hacías las mejores conservas de manzana. Porque cuando eras pequeña te pusiste buena tomando leche helada. Porque nos querías a todos igual y eras tan justa. Porque decías: "me enfado y no respiro". Porque nos sentábamos en la puerta de casa cada noche a ver pasar a la gente. Porque esperabas ansiosa a que llegaran de viaje. Porque estás en casi todos mis recuerdos y en los que no, te me apareces. Porque te vuelve a tocar cuidarnos, ahora.

Por esto y por un millón más, Nila, eras la mejor abuela.

lunes, 18 de octubre de 2010

TOMA, POR LEER

Fulanito se aburría. Se aburría mirando la tele, sentado en un sillón, tumbado en la cama. Fulanito era un niño aburrido y tristón, y su madre le decía: lee; su padre le decía: lee; su tío le decía: lee. Y entre lereles, Fulanito abrió un libro e hizo lo que todos le pedían que hiciera. Fulanito era aburrido pero obediente.

Y entonces ocurrió: Fulanito leía en la cama, leía en el baño, leía camino al colegio, leía en casa sentado en el sillón, leía mientras veía la tele (apagada), leía mientras tanto y entre todo lo que hacía, leía.

Fulanito, de tanto leer, se convirtió en libro y su madre le limpiaba el polvo en la estantería, su hermana pintaba las hojas de colores y su padre lo utilizaba para abanicarse los días de calor. Fulanito era un libro aburrido, pero libro.

En mayo, cuando la Feria del Libro en el Retiro, su tío le llevó a uno de los puestos para que todos lo leyeran y se asombraran de los avances de Fulanito en las letras. Fulanito se convirtió en el libro más vendido y de aburrido pasó a best seller.

Y es que estas cosas solo pasan cuando se es libro. O cuando se es Fulanito.

viernes, 8 de octubre de 2010

EL EBOOK Y LOS NUEVOS LECTORES

El libro digital ya está aquí, así es. ¿Supone esto el fin de los libros impresos? ¿Consecuencias? Mi teoría:

Un niño comienza a interesarse por la comida y a aprender a ser un buen consumidor de esta, investigando con los diferentes colores y formas de las frutas, de las verduras, de la carne..., y cómo no, por el olor y el sabor de cada una. Un niño comienza a sentirse atraído por la lectura, desde los primeros meses de vida, gracias al tacto de los libros, al olor de sus páginas, a los diferentes y llamativos colores y formas de sus ilustraciones. Luego descubre las letras y con ellas un nuevo medio de comunicación. Y los libros pasan a ser baúles llenos de historias que les hacen reir, les hacen viajar y los personajes de esas historias comienzan a ser nuevos amigos y referentes. Así se crea el hábito de la lectura que viene de la mano, indiscutiblemente, del amor por los libros.

¿Y cómo se enamora uno de un libro?:

Que papá te acompañe a la libreria o a la biblioteca o a una feria de libros en primavera y te deje tomar una de tus primeras elecciones en la vida: seleccionar qué libro te llevas a casa; se convierte en una actividad inolvidable. O que mamá abra ese cuento que ya te sabes de memoria, a los pies de tu cama, y lo lea para ti hasta que te quedas dormido, se convierte una vez más, en algo más que apego hacia los libros. Y que tu tío, ese tan molón, te regale uno de los libros que él leía de pequeño y te escriba algo en una de las páginas..., eso te hace enamorarte de las palabras.

Luego te haces mayor y en tu juventud comienzas a apilar libros que ocupan un espacio en tu librería y en tus experiencias. Y los intercambias con tus hermanos, con algún amigo y sientes ese primer vacío y esa impotencia de dejar un libro y de que no vuelva. Y relés y marcas las página doblando una esquina y escribes en lápiz notas a pie de párrafo. Y te enfrentas al reto de leer ese libro tan gordo y tan difícil. Y lo consigues y ya todos te parcen pequeños.

Y todos esos recuerdos, entre muchos otros, son los que un lector siempre cita, con añoranza, cuando se le plantea la posibilidad de que el libro digital dé pie a la pérdida del libro impreso y editado, con sus tapas y su ilustración de portada y su olor a celulosa. Y esos detalles son los que hace que esos lectores sean Lectores, con mayúsculas. En eBook o en papel.

Dicen, los que saben de estas cosas, que el eBook está pensado, precisamente, para estas nuevas generaciones de futuros lectores. No sé. Está claro que ellos nacen sabiendo programar un video y no tendrán problema en utilizarlo: no se les cansará la vista, no les parecerá raro leer en una pantalla o pasar las hojas deslizando un dedo. Claro que no. Ellos, en ese aspecto, lo tiene chupado. Pero leer cuesta, cuesta mucho cuando no estás motivado para ello, cuesta mucho cuando aun no te has enamorado de los libros y de las historias.

Eso sí, estás Navidades tal vez le pida un eBook a los Reyes Magos y me baje las obras completas de algún autor ruso. Pero mis libros seguirán cogiendo polvo en la estantería de casa.

lunes, 4 de octubre de 2010

EN LA EDUCACIÓN SOBRA ESPERANZA

Sobran los buenos modales de los que mandan a paseo a la educación con planes pensados para unos pocos, para los de siempre, para los que tienen y a los que les sobra, los que creen que lo público es gratis y por públio debe ser cutre e insuficiente. Sobran los que priorizan en materias y olvidan que educar va más allá de esta aula tiene lo que no hace falta y falta coherencia e igualdad. Sobran los que no saben ser niños y por adultos se creen que pueden ser excluyentes y sordos, que pueden dar o quitar el derecho a aquellos que lo tienen de tener la oportunidad de suspender y de aprobar. Sobran planes ilusorios, sobran planes, sobran siglas y cambios de modalidad. Sobran conciertos sin músicos, conciertos para ricos, conciertos pagados por los que no quieren pagar, sobran sopranos que no saben cantar y los que tararean, sobran los que más. En la educación sobra el ser absurdo del que cree gestionar para unos cuantos y no deja hablar a los que no pueden por no haber sido educados. El retroceso sobra. Sobran letras, pupitres. Sobran quejas en despachos y cesiones ilegales, sobran cuatro que ahí están.

Falta tan poco y sobra Esperanza.