martes, 26 de enero de 2010

NO ME CANSO

Y es que no me canso de escribir. Resulta que tiendo a cansarme de mucho y muchos, pero no me canso de escribir. Y si estoy harta de tonterías, que sí lo estoy, nunca me harta escribir.

Y me llegan a cansar las conjunciones copulativas que no sé por qué se me cuelan entre frase y frase y entre palabra y palabra y ya estamos otra vez. Pero, mira tú por donde, no me canso de escribir. Me canso de cansarme y nunca, nunca hasta ahora, me he cansado de escribir. Bueno, miento: no me canso de otras muchas bovariadas que ahora no vienen a cuento pero resulta que siempre encuentro el momento para empezar a escribir y, vaya, que no me canso.

Y si algún día sucede, que lo dudo, será porque he dejado de ser muy yo y he empezado a ser más otra. ¿Peor? Pues yo qué sé, depende de si la que ahora escribe vale o no vale lo que escribe o la que es. Menuda historia y, mientras tanto, no me canso.

Y es que cansarse de lo que llevas tanto tiempo haciendo es tirar mucho por la borda y para bordes los que me cruzo cada día. De esos sí me canso, que todo tiene su límite y ya vale. Pero como no vale la pena pues, entre tonto y tonto, seguiré contando bovariadas a quien quiera leerlas. Ah, de eso no es bueno cansarse.

Y me río. Que la risa y esto que escrbo van de la mano en el viaje. Y si se me acaba el humor y vienen los malos humos, me cansaré de escribir y me entrará mucho frío. Entre tanto, yo me río de esto y de lo otro. Que en este mar de dudas las menos son las que están por venir, de las otras ya ni hablamos. Mejor así, y dale a la tecla que eso es más sano.

Y no me canso.


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