viernes, 29 de enero de 2010

S

S es la ciudad perdida a la que llegan las falsas esperanzas. Cuando pones tus pies en ella, un lodazal te cubre hasta la cintura sin dejarte ver por dónde caminas. Es una ciudad virtual, falsa como lo son las palabras sin sustento, destructivas y repetidas. S tiene varias caras: es por un lado una ciudad decadente y por el otro, un submundo de locuras y frustraciones. Es la tristeza hecha ciudad, una invisibilidad doble y opaca al mismo tiempo. Escapar de S  no es sencillo, normalmente es otro viajero, uno que ya estuvo, el que te indica el camino de regreso, doble y tergiversado. Cuando vuelves a tu nave y observas desde la lejanía del horizonte sin luna a S, descubres la ruindad de su esencia en la que difícilmente podrá llegar a desarrollarse la vida. S se torna cutre y abigarrada. Pasa de ser un sueño a la peor pesadilla y el alivio de sus enrevesados caminos se convierte en sencilla huida cuando te alejas. Sientes decepción y tiembla la vela en la botavara con urgencia por navegar. ¿Realmente estuviste en ese oscuro lugar? Sí, estuve allí, pero gracias a un azul intenso he logrado regresar y poder contarlo. Ahora la recuerdo con el alivio del viajero que despierta de una tempestad y preparo mis maletas hacia la ciudad que me espera en mi próxima andadura, con la mente más sabia y más despejado el corazón; los rencores los dejé en alta mar.

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