domingo, 18 de octubre de 2009

ORDENAR MIS IDEAS

Cuántas veces han dicho está frase?, decenas, centenas..., miles.

Pues yo me lancé a ello. ¿Cómo hacerlo? Ardua tarea cargada de dudas y miedos.

Decidí comenzar por un orden lógico: primero las más simples y a continuación las ideas más complejas, esas que has elaborado concienzudamente a lo largo de los años y están cargadas de hipótesis sin respuesta.

Este primer intento no funcionó: cuando ya tenía las cinco primeras ideas simples agrupadas por nivel de complejidad de menor a mayor, me asaltó una idea que al mismo tiempo se convirtió en una nueva sugerencia en mi tarea logística: la fecha de cada una de ellas era importante en el orden.

Esto me hizo cambiar de línea operativa y comencé a agrupar mis ideas según la fecha de apariencia: primero las más antiguas y a continuación las últimas que me habían iluminado, entre ellas la idea que me mantenía ocupada. Descubrí que ya de muy niña tenía ideas y que estas estaban repletas de fantasía y magia. Por otro lado las ideas elaboradas con menor edad eran las más viejas... Hummmm, en ese momento otra idea se hizo aún más fuerte y mi ensimismamiento me llevó a seguir en mi orden una única categoría: los colores.

Sin saber muy bien el porqué, me lancé a ello.

Increíble, las había verdes, rojas, amarillas, azules, de diferentes intensidades e incluso texturas..., colores que nunca había imaginado, del blanco más puro a la mezcla más estimulante. Algunas ideas, se pueden imaginar, me hicieron sonreir y recordar..., dejémoslo ahí. Llegaron las amarillas y las rojas, tan dispares y alocadas. Ideas de bombero arruinado, como decía mi madre, esas eran de un color anaranjado. Las azules: relajantes, de lo más espirituales, desde el azul cerúleo al casi púrpura. Otras fueron difíciles de ordenar ya que los colores se me antojaban según pasaban las horas de formas y tamaños distintos y parecían cambiar de tonalidad a su antojo, como si se estuvieran haciendo dueñas de mi idea de ordenar y agrupar. Así es que las ideas más difusas las dejé para el final.

El resultado, tras horas de trabajo, fue decepcionante: mis ideas parecían aburridas y algunas habían perdido la luz.

Como si de un puzzle se tratara alejé las ideas rosas de las marrones y las coloqué cerca de las verdes, volví a intentarlo y nada, todo parecía plano y algunas comenzaron a desaparecer. Rápidamente me atreví a remover todo aquello y mezclé los colores, las fechas, las ideas simples con las complejas y me olvidé de la idea de ordenar ideas ya que no existe un ideal de orden y lo mejor es que surjan a su antojo y cada una se pose donde le plazca.

El caos me pareció relajante y mis ideas se mezclaron con los sueños y horas más tarde con la realidad.

Entoces recordé aquella frase, sí, esa que tantas veces he oído y pocas escuchado: debes sentar la cabeza... Y es que no me hago a la idea, oiga.

Otro día me pongo a ello, me dije.

1 comentario:

Esmeralda dijo...

Pues eso no soluciona nada como a mí me pasa, lo que hacemos es postergar y personalmente necesito un odern absoluto de lo que quiero, como lo quiero y cuando lo quiero, he decidido "no dejarlo para otro momento", por eso estoy intentando buscar ayuda.