E.P
Hoy me exilio a Lisboa. Yo no. Mi heterónimo. Y recorro las calles hasta Alfama y me siento en una terraza. Huelo el océano. En frente de mi un cartel en el que se anuncia La tempestad. Y recuerdo a Shakespeare y abro Othello. Y leo. To cool our raging motions. Comienza a llover. Me subo al 28. El Tajo. Me bajo. Ahí están sus sonidos. Los de Lisboa. Cierro los ojos. Yo no, lo olvidaba, mi heterónimo. Pessoa me susurra y Saramago me canta Ergo uma rosa, um corpo e um destino. Y me acuerdo de la Pagés. ¿Una lágrima? No, llueve en Lisboa. Y camino por una calle ancha y me cruzo por una estrecha y me encuentro conmigo, y me sonrío y me respondo con una mueca y corro como una niña desde Chiado. Me gusta esta ciudad. Decadente. Sé que a ti te gustaría. A ver si me encuentras. Al Viejo Estilo, pero sin pianista. Mi alter ego debe de andar perdido, por Belem, sentado junto a un muelle. Esperando. Y nos volvemos a encontrar. En plan Casablanca. Tu Rick y yo Elsa. Nunca haces planes con tanta antelación. Lo sé. Yo tampoco. Perdiste el avión, a mi me llevan sí o sí. Somos lo que nosotros mismos hemos decidido ser, lo dijo un inglés allá por el diecisiete. Vale, me quedo y cogemos el siguiente vuelo. Nada de nieblas ni de polis bajitos. Tu documetación, ah, ¿qué no tienes? Pues nos quedamos aquí a vivir. Un siglo puede ser suficiente, ¿te parece? Y desaparece, mi otro yo.
2 comentarios:
Lisboa es el lugar ideal para que los heterónimos deambulen... ¿Qué será lo que hace que parezca existir en otro tiempo? Gracias por el paseo imaginario. Dan ganas de agarrarse a un globo y salir volando hacia esa Alfama recoleta.
gracias, Alicia. A ti, por ser tú y por tu comentario tan mágico
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