lunes, 2 de noviembre de 2009

LISBOA



E.P


Hoy me exilio a Lisboa. Yo no. Mi heterónimo. Y recorro las calles hasta Alfama y me siento en una terraza. Huelo el océano. En frente de mi un cartel en el que se anuncia La tempestad. Y recuerdo a Shakespeare y abro Othello. Y leo. To cool our raging motions. Comienza a llover. Me subo al 28. El Tajo. Me bajo. Ahí están sus sonidos. Los de Lisboa. Cierro los ojos. Yo no, lo olvidaba, mi heterónimo. Pessoa me susurra y Saramago me canta Ergo uma rosa, um corpo e um destino. Y me acuerdo de la Pagés. ¿Una lágrima? No, llueve en Lisboa. Y camino por una calle ancha y me cruzo por una estrecha y me encuentro conmigo, y me sonrío y me respondo con una mueca y corro como una niña desde Chiado. Me gusta esta ciudad. Decadente. Sé que a ti te gustaría. A ver si me encuentras. Al Viejo Estilo, pero sin pianista. Mi alter ego debe de andar perdido, por Belem, sentado junto a un muelle. Esperando. Y nos volvemos a encontrar. En plan Casablanca. Tu Rick y yo Elsa. Nunca haces planes con tanta antelación. Lo sé. Yo tampoco. Perdiste el avión, a mi me llevan sí o sí. Somos lo que nosotros mismos hemos decidido ser, lo dijo un inglés allá por el diecisiete. Vale, me quedo y cogemos el siguiente vuelo. Nada de nieblas ni de polis bajitos. Tu documetación, ah, ¿qué no tienes? Pues nos quedamos aquí a vivir. Un siglo puede ser suficiente, ¿te parece? Y desaparece, mi otro yo.

2 comentarios:

alicia dijo...

Lisboa es el lugar ideal para que los heterónimos deambulen... ¿Qué será lo que hace que parezca existir en otro tiempo? Gracias por el paseo imaginario. Dan ganas de agarrarse a un globo y salir volando hacia esa Alfama recoleta.

Elena Prieto Urbano dijo...

gracias, Alicia. A ti, por ser tú y por tu comentario tan mágico