Resulta que todo lo que toco se vuelve de colores, últimamente. Ironías de la vida, me encuentro en pleno puente de la constitución buscando el artículo apropiado para comenzar. Y los hay determinados, que me gustan, y los hallo indeterminadamente sugerentes, los menos. Y siempre está el yo, mejor el tú y por qué no, el ellos y el nosotros. Y él. Que todos sirven para conjugar lo que ocurre en una tarde de lluvia. El verbo, lo de menos; lo ponen otros, sin sujetos y con tantos predicados dedicados, delicados. Que ser o estar no es parecer, padecer, palidecer. Esos son copulativos. Y entre artículos y artistas y artes comparadas me comparo con la ley que se celebra y celebro la desigualdad de los que la crearon. Me quedo con la lengua y el lenguaje de los que participan en mis legislaciones, que las de hoy no me las creo. O eso creo. Y si están ahí será por algo. Y el vosotros, unos, unas, que el femenino lo olvidamos tantas veces.
Me constituyo anticonstitucional y acostumbrada a ser fiel a un solo sustantivo, abstracto, claro, que siempre son los más hermosos. No hace falta que lo escriba, ya lo sabes y lo sientes.
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