Hoy, sin venir a cuento, una palabra me asalta y me remueve, se me escurre y me saca de mi anonadado y absurdo pensamiento de las 21:30, momento en el que el telediario empieza a aburrir y dejamos a la imaginación que haga de las suyas. Las palabras a veces son así, vienen de repente y traen recuerdos, personas, olores. Te la cambio. ¿Qué? La palabra, te la cambio. Por un recuerdo, vale, menos no te doy. Te la cambio por un recuerdo y si no recuerdo mal voy a cambiar de palabra. No me cuentes cuentos que ni las palabras se cambian ni los recuerdos se venden...
Pues eso, sin mediar palabra el recuerdo se me aparece y me trae la imagen de aquella habitación, hoy perdida, amplia, con su gran chimenea y su suelo oscuro y su techo alto. Y retumba en las paredes la palabra y en mi cabeza suena casi como un susurro. Su voz. Su palabra. Así, sin frase, sin preámbulos, sin nada más, la palabra es barruntar. Y me huele a sierra y a tomillo y a sopa de tomate.
2 comentarios:
Pues sin querer me has transportado a la cocina de mi abuela, María Carrasco, con su suelo de losas de pizarra y su chimenea, y en su lumbre, que yo gustaba de atizar, un puchero en el que bullía un exquisito " alho de patatas"
Buen provecho y buen leer y mejor recuerdo, Luis.
Beso grande
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