La noche de San Juan, entre hogueras, Marta tuvo un sueño: soñó que tenía un amigo entre chavolas de caramelo y con ojos de niño lleno de ilusiones, soñó que navegaba en un barco de veranos interminables y entre olas de algodón; Marta soñó con amigos que escondían secretos bajo un cerezo y recogían discos y miraban el mundo através de un caleidoscopio.
La noche de San Juan, entre deseos de primaveras terminadas, Marta jugó a volar repartiendo palabras que se colaban entre los dedos de otros, voló jugando con el tiempo y esperó a dejar de ser quien era para visitar a la abuea de un niño que corría entre el barro de otros.
Y es que sólo, en la noche de San Juan, entre lenguas extrañas, se puede ser amiga de Manuel y de Alfonso y llenar cuadernos de ilusiones y de mágicas palabras. Sólo siendo Marta y despertando, cada día, haciendo el pino para ir al colegio mientras garabatea con los dedos de los pies las ganas que tiene de ser siempre peqeña.
Y al despertar, tras la noche de San Juan, los amigos imaginados se pierden entre el verano y se recuerdan de forma extraña, como los sueños.
2 comentarios:
Maravilloso, como siempre. Gracias jicha por tus palabras y tus pensamientos
Arden los deseos al compás del fuego y ese vapor de ilusiones que se eleva sobre la ciudad, sobre los campos, hace que el mío siempre se cumpla: por fin ha llegado. El verano.
Feliz primer día
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