domingo, 14 de febrero de 2010

RACCORD

Salimos de casa a las diez de la noche y llegamos una hora antes, justo en el momento en el que te despertabas y me preparabas el desayuno. Pero me di cuenta de que en la nevera solo había tres yogures caducados y al sacar uno de ellos sonó el despertador. Llegué hasta la tienda  y compré dos kilos de naranjas. Como ya estaban cerrando no pasé por casa y me fui directamente al bar en el que nos conocimos. Llevabas más de una hora esperándome y tu cara no era precisamente de agrado, no sabías qué hacer ni dónde colocarte para hacer más amena la soledad de aquel vetusto lugar. Así es que decidí retardar la alarma de mi móvil y seguir durmiendo. Me despertaste con un zumo de naranjas recién exprimidas. Y al pedir otra cerveza me miraste desde aquella mesa de madera en la que estabas sentado, con los pies sobre una silla. Miré el reloj, son las nueve de la mañana: hora de levantarse.

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