martes, 9 de febrero de 2010

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A unos les dio por salir de casa en el momento más inoportuno y a otros, por el oportunismo más delirante que haya existido. Y voy y me cruzo con uno de los primeros. ¡Hay que joderse!, con lo agustito que estaba yo en aquella canción que auguraba tanto. Y las imágines, desde cabina, eran pequeñas y el tiempo parecía inmenso. Si me dejas te cuento algo sobre la luna y luego, aunque no lo sepas, me invitas a cenar en Suiza. Y es que algo de bruja tengo. Y tú, tanto de mágico y sencillo. Y en un momento nos presentamos ante toda la tripulación y en Londres hace frío y nieva. Pues vaya, yo que me dejé la bufanda en casa. Bueno, no te preocupes que si no quieres no salimos del hotel. Y así fue, ¿ves?, lo he vuelto a adivinar. Y es que, para lo que hay que ver en esa estúpida ciudad. Y aterrizo en Madrid y me espera un cochecito azul para llevarme hasta la otra punta y allí estás tú otra vez, saliendo de casa cuando no debías, en el oportunismo básico de toda coincidencia. Pues vaya, que digo yo que continúo en aquella canción y el domingo vamos al cine. ¿No?

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