jueves, 9 de diciembre de 2010

SALVEMOS PUNTA BANDA, POR EJEMPLO


Porque resulta que todos hablamos de cambios climáticos y de climas cambiados de estaciones locas y a veces, solo las más, nos olvidamos de los cambios que, esos sí, seguro, se producen de la mano de la absurda ambición de unos cuantos.

Y podríamos empezar a enumerar lugares y paisajes y resulta que no hace falta salir de casa para que te cuenten cómo era hace veinte años y cómo es ahora. Resulta que no voy presumiendo de eco-, pero hay lugares que sufren del mayor genocidio (y sí, utilizo bien esta palabra aunque no me refiera exclusivamente a grupos sociales); uno de ellos es el que ocupa el título en esta entrada. Lo conozco recientemente y aunque el exterminio, como siempre, comience en la tala de unos muchos, repercute, como no, en la economía de unos cuantos. ¿Por qué? Pues no lo sé. ¿Alguien es capaz de responder? El caso es que seguimos viajando para hacernos la foto, para pasar seis días en la otra punta del planeta y para colgar nuestras fotos en cualquier página y, aunque no voy a citar nada de Kapuściński porque ese placentero Encuentro lo dejo para Otro día, sí pido responsabilidad y al menos algo de conocimiento cuando nos movemos por casas ajenas, que no quiere decir que no tenga que recordármelo a mi misma cuando inicio un viaje o cuando salgo de casa.

Vamos, que empezando por Benidorm y terminando por la deforestación del Amazonas estamos bien cabrones, como dirían los de este paraíso mexicano.

Ahí os dejo, al menos, un enlace a Punta Banda:

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