jueves, 6 de mayo de 2010

EL PRIMER PROBLEMA

Como todos los problemas, un buen día, apareció el primero para Marta, el primero para Alfonso y uno de tantos para Manuel. Los problemas son como se quieran ver y Alfonso lo miró desde su caleidoscopio, lleno de colores y haciéndose y deshaciéndose a su antojo; Marta lo vió del revés, nada más levantarse, y decidió empaparlo del agua caliente de la ducha y del jabón de aceite casero que la abuela de Manuel fabricaba a finales del invierno. Manuel, lo dejó pasar, como las lluvias de otoño, como el hambre, como la amenaza del final de los juegos que inventaba con Domingo, como uno de tantos.

Habían quedado, en secreto, junto al cerezo que estaba al lado de las pistas de baloncesto, en el patio del colegio. Era un secreto porque sólo ellos lo sabían y no podían hablarlo más que en el idioma que Marta había inventado y que consistía en cambiar cada vocal por la siguiente en orden inverso: u, o, i, e, a.


"Qadumis an ul carazi, u lu 1 an ponte, untas da qua vangun lis muyiras."

Y cuano se encontraron, junto al cerezo, aquella mañana de colegio, escondieron el problema en una caja de latón y lo enterraron muy adentro de la tierra roja del patio.
 
Nadie volvió a tener ese primer problema que Marta y Alfonso compartieron con Manuel, junto al cerezo.
 

2 comentarios:

Ana dijo...

jo, jicha, qué preciosidad de cuento, es tan bonito que me llena de nubes de azúcar la garganta y los suspiros me salen rosas y esponjosos. MUAS

Elena Prieto Urbano dijo...

aajajjaja, muchas gracias, jichita. Te quiero mucho, aun así de esponjosa