jueves, 8 de abril de 2010

MI D.F

Horas de vuelo para llegar a la inmensidad de tu viento entre volcanes y la nada se rompe. Hemos llegado, la temperatura es de 18 º C y son las seis de la mañana, a una altitud de 2240 metros. Recorrerte es un misterio, la sensación de ahogo contrasta con el acogimiento de tus calles verticales y tus edificios inclinados por sabe dios qué extraña fuerza hasta vomitar en el Zócalo y sentir bajo mis pies a Texcoco,y todo se tiñe de sangrientas historias en las que participamos los que ahora te queremos. Por eso me dejo llevar por tus aceras con la certeza de que has perdonado sin dejar de recordar el olor a copál que limpia y purifica. Y paseo por Reforma desde tus tres culturas hasta Chapultepec, cena en Coyoacán; me gusta tu diversidad, tus grandezas y tus sonidos, tu olor. Y nada como verte desde los ojos del que ya te visitó y vuelve y disfruta, tan bien acmpañado, de tu cultura, de tu noche (sin olvidar que los recuerdos de Brasil están cercanos), de esa obra de teatro, ese concierto en la azotea y esas chelas recorriendo los tejados y las terrazas de tus entrañas. Y comprar un libro en Condesa y recordar los versos de aquel que me sedujo, Efraín Bartolomé. Y sintiendo a Arreola, nos confabulamos entre letras de otros y hojas de papel gastadas.
Y es que atrapas, de verdad, y quiero volver a ti.

E.P

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