martes, 9 de marzo de 2010

P

Y perdidos los billetes de ida y vuelta, el pasaporte al mal humor y las desgracias abocadas a las vidas de otros necios, se llega a P y se vuelve uno loco intentando entrar y más loco aun siendo incapaz de salir. Y es que P tiene dos caras locas, dos caraduras y dos o más misterios por resolver. Y está plagada de piratas y conjuros, cargada de absurdos malentendidos y vacía de rencor. Y el inepto viajero que llega con sueños a medida se da de bruces contra el cristal que rodea el centro histórico de P y al que sólo se accede a través de la sinceridad. Y los rayos que no cesan de golpear sus cabañas de adobe se van a atormentar a otras islas; y es que no lo dije, pero P está ubicada en el centro del archipiélago de los que no cuentan hasta más de tres para hacer algo. Y son las prisas de P las que avanzan calle arriba y ruedan callejón abajo y se prolongan en el tiempo y se arraigan en el síndrome de los que en P habitan: olvidar en menos de un día lo que estaba esrito y escribir lo que no sucederá en más de una pared. Y un equipo de hombres de blanco franquean al acecho las pupilas del viajero y los flancos de las naves olvidadas.
Valiente, ánimo al llegar a P que hace falta poquito para quedarse.

2 comentarios:

Ariadna dijo...

Je je me encanta esta ciudad pícara y burlona. Se ve que no hay que llevar equipaje que seguro te lo roban!!

un beso

Ariadna dijo...

Je je me encanta esta ciudad pícara y burlona. Se ve que no hay que llevar equipaje que seguro te lo roban!!

un beso