jueves, 4 de febrero de 2010

OJ-ALÁ

Ojalá que el olvido no llegue a llamar a la puerta de quien no lo merece, porque olvidar es como dejar de vivir y sin él no habría motivos para recordar. Y recordamos lo que nos parece, bien o mal, nos parece. Y cuando nos queremos dar cuenta ya estamos otra vez viviendo en otros mundo diferentes con los que ya no recordamos haber vivido. Y nos descubrimos cruzando el charco de las ideas pasadas con lentitud por volar hacia otras orillas. Y el odio, el que te guardas para después de mentir, ese es el peor enemigo de tu alma. Y te pesa, se nota. Porque odiar es estar demasiado pendiente o perecer en el recuerdo y no poder respirar ni dejar vivir. Y deja ya de poner a parir a quienes te conocen tan bien que han decidido continuar por otro lado. Déjalo porque si sigues así continuarás destrozándolo todo. Y ahora que he colocado la última pieza y aquello tiene tanto sentido, mejor valorar lo que no he vivido que lo que viví. Por eso ni te odio, ni te quiero ningún mal, olvido, simplemente quédate ahí, donde estabas, que en breve saldrás por la ventana con las ideas borrosas que me quedan de aquella noche en París. Vaya, otra ciudad florenciente. Y florencen las verdades en esta primavera. Mejor vívelo en la distancia; bien sabes que serías incapaz de mantenerlo a tu lado, es mejor la virtualidad del momento y el cuando a mi me petezca, como ya sucedió otras veces. Hazte un favor.

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