miércoles, 3 de febrero de 2010

LOS CAMINOS


 
E.P

Dicen que todos conducen a Roma y no. Roma conduce caminos, y como no es decadente (a mi parecer florece), pues sería una absurdez encasillarla en ese lugar imaginario en el que se ubican otros lugares. Y recuerdo con cariño las visitas que te hice. Y ansio las que te haré. Y tienes tanto de mí y de tantos. Y hay algunos que dicen..., pues no. El mío me lleva ahí y ahora aquí, a la ciudad de la derrota. Y es absurdo, tan absurdo, tan real y tal milagro.

Ese 28 fue inmemorable. Y es que no me alcanza a recordar cómo empecé a viajar hasta allí y no lo entiendo. Los caminos, de aquí y de allá, al final me llevan y me balancean y se me cruzan por tierra y mar. Roma, que sí. Que no vamos a negarnos, sería una bovariada hacerlo. Y yo sólo pasaba por aquí y por allá y me crucé contigo, Roma, y menudo coñazo otra vez. Digan lo que digan, todo el mundo termina en ti, al derecho o al revés, son señales, digo yo. Y al final llueve, tras años de sequía llueve. Ojalá.

Pero como tus caminos, Roma, se esconden entre siete colinas, cruzaré las siete antes de Ostia y de tu mar. Y allí estará una barquita esperando a que yoquésé y mejornotelodigo o sabedios.

Un regalito de Aute, aunque no venga a cuento. O sí

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